¿Que tan fácil sería para un extraño encontrarte?, ¿eres consciente de la huella digital que dejas?, ¿qué tanto saben de ti tus followers? Estas preguntas posiblemente no te quitan el sueño en las noches, la menos hasta ahora, y te prometo que esto cambiara en unos minutos.
Objetivo cero es uno de los mejores libros que leí este año, pero no es ciencia ficción futurista, al contrario, toda la tecnología aquí usada es real, y eso es lo que lo hace impresionantemente horrible.
La trama es sencilla, un grupo de personas participan en un concurso, el que logre desaparecer y no ser encontrado, ganara una suma obscena de dinero. Pero para atraparlos, se usarán todos los recursos posibles y uno de ellos, se llama Weeping Angel. En un principio pensé que el autor se tomó una licencia creativa al inventar esta tecnología, pero, estando el libro tan bien documentado para otras tantas cosas, me puse a investigar y mis miedos fueron confirmados.
Los Televisores delatores
Weeping Angel es un programa de espionaje desarrollado por la CIA en colaboración con el MI5, la agencia de inteligencia del Reino Unido. Este software permite convertir televisores inteligentes, específicamente de la serie F de Samsung, en micrófonos ocultos. La tecnología fue revelada en 2017 a través de una filtración de WikiLeaks conocida como «Año Cero«, que expuso diversas herramientas y técnicas utilizadas por la CIA para el espionaje digital
Funcionamiento del Programa
El funcionamiento de Weeping Angel es ingenioso y alarmante. Cuando se activa, el televisor parece estar apagado: la pantalla y las luces LED se desactivan. Sin embargo, el micrófono integrado del dispositivo permanece activo, permitiendo grabar conversaciones en el entorno. Las grabaciones se almacenan en el disco duro del televisor y pueden ser extraídas mediante una conexión USB o a través de la red Wi-Fi, permitiendo incluso la transmisión en vivo del audio a otro dispositivo
Implicaciones de Privacidad
Ponte a pensar cuantas cosas has dicho y hecho frente a tu televisor. Te aseguro que nadie de nosotros hemos desconfiado de un aparato electrónico tan simple como un televisor y pensar que nuestra cajita de entretenimiento sea capaza de divulgar nuestros más turbios secretos.
La existencia de Weeping Angel plantea serias preocupaciones sobre la privacidad y la seguridad personal. Al convertir un dispositivo común en un instrumento de vigilancia, se vulnera la intimidad del usuario sin su conocimiento. Este tipo de espionaje digital se inscribe dentro de una tendencia más amplia donde gobiernos y agencias utilizan tecnologías avanzadas para monitorear a ciudadanos, activistas y opositores políticos.
No debemos normalizar el libre acceso a nuestra privacidad
No todos tenemos este tipo de televisores, es cierto, pero, ¿realmente estás consciente de que si tus dispositivos te están espiando? Temu, la famosa app que te hace comprar como millonario, requiere que les des permiso de usar tu micrófono y tu cámara. Esto carece de sentido, si fuera una sencilla e inocente app de compras, pero no lo es. La tecnología nos da mucho, pero también puede quitarnos, si no la usamos con respeto, con conocimiento y con mesura.
Y es en este momento cuando debemos reflexionar cuáles de nuestros datos nosotros hemos dado voluntariamente cuando ponemos fotos de nuestros hijos, de nuestros trabajos, de nuestro gusto, de nuestras vacaciones. ¿Cuánto podría la gente saber de ti nada más con ver tu perfil de FB?, ¿realmente sabes quién te sigue en Instagram?, ¿cuántas de tus compras no están impulsadas por algoritmos que conocen tus gustos y saben cuando mostrarte cosas que aún no sabes qué quieres, pero que se pueden adelantar a tus deseos?
Sin la privacidad, no existe la libertad. Y este es solo un ejemplo más de como nuestra libertad no es tal y que, debemos estar siempre actualizados y enterados de los diferentes medios que se pueden usar para recabar datos personales sobre nosotros. China es un buen ejemplo de como un gobierno puede hacer esto y perjudicar seriamente a los que no siguen las reglas. Pero nosotros no somos los que debemos seguir las reglas del gobierno