Si tú quieres verme feliz dame un cadáver, un grupo de sospechosos y pregúntame quien lo hizo. Mi género favorito de novelas, películas y videojuegos son aquellos que siguen las reglas del juego justo, es decir dónde tu investigas junto con el detective, y tienes la oportunidad de saber quién lo hizo, es decir es una historia de juego justo.
Y si tú como yo no tiene tiempo de jugar videojuegos, vete al canal de Rangu Gamer que está subiendo Umineko y fue justo en este juego donde estas leyes salieron a colación espero ojo, sin spoilers que somos gente civilizada.
El género de detectives nace con Edgar Allan Poe y su famoso detective Auguste Dupin pero Sir Artur Conan Doyle fue uno de su mayores exponentes, pero ningunas de estas historias son justas con el lector.
La mayoría de los casos de Sherlock Holmes son prácticamente imposibles de resolver por el lector, pues siempre seguimos el punto de vista de Watson, quien rara vez se entera de lo que realmente está pasando, mientras que Sherlock se disfraza, sale de paseo o se queda drogado hasta las manitas en alguna habitación, y cuando por fin se digan a hablarnos, nos suelta sin más la resolución del caso.
Sin embargo el éxito de Sherlock sirvió para que este género demostrará que es algo que al público le gusta y surgieron muchos nuevos detectives de ficción, cuyos autores decidieron hacer las cosas diferentes y más justas
S.S. Van Dine propuso un conjunto de 20 reglas que todo escritor de novelas de detectives debería seguir para ofrecer una historia justa a sus lectores. Sin embargo, estas reglas eran muy estrictas, por lo que Ronald Knox las reescribió en un decálogo que originalmente salió publicado como el prólogo de un libro llamado las mejores historias de detectives 1928 29, pero pronto se volvieron parte esencial del Detection Club.
Este club, fundado en 1930 en Londres y compuesto por destacados autores como Agatha Christie, Dorothy L. Sayers, y G.K. Chesterton, tenía como objetivo garantizar que las novelas de detectives siguieran ciertas normas de equidad. De hecho, los miembros del club debían hacer un curioso juramento: «¿Prometes que tus detectives investigarán de verdad los crímenes presentados ante ellos usando su ingenio y no confiando en la Divina Revelación, la Intuición Femenina, las Supercherías, las Trampas, la Coincidencia o la Acción de Dios?».
Y una vez que el autor han juramentado, debía seguir estás normas en sus historias
El Decálogo de Knox contenía las siguientes reglas:
- El criminal debe ser alguien mencionado al principio de la historia, pero no debe ser un personaje cuyos pensamientos el lector haya seguido.
- No se deben permitir eventos sobrenaturales.
- No se pueden usar más de una habitación o pasaje oculto.
- No se pueden utilizar venenos desconocidos o dispositivos científicos que requieran una larga explicación.
- No puede aparecer un «Chinaman» (una figura criminal que mata sin motivo aparente).
- El detective no puede confiar en accidentes o intuiciones inexplicables.
- El detective no puede ser el criminal.
- Todas las pruebas deben ser presentadas de manera que el lector también pueda analizarlas.
- El compañero del detective, como Watson, no puede ocultar información relevante.
- No pueden aparecer gemelos o dobles sin que el lector haya sido preparado para ello.
Estas reglas garantizaban que los autores no hicieran trampas al lector, como ocultar información crucial o tener soluciones descabelladas o imposibles de que sucedan en la vida diaria,pues para eso tenemos las novelas de fantasía y Pretty litle liars.
Sin embargo, Agatha Christie miembro fundador y varias veces presidente del Detection Club fue una de las autoras que rompió varias de estas normas, y fue una de estas normas que rompió lo que la catapultó a la fama. Hay que ser justos, lo hizo antes de formar parte del Detection Club pero ya siendo parte del club rompió una de las 20 reglas de Van Dimme, pero su ejecución fue tan buena que ese libro se volvió un clásico de clásicos.
Romper estas reglas no hace que una novela sea mala, de la misma manera que escribir un «auto-insert» (un personaje que representa al propio autor) no es necesariamente negativo. Isaac Asimov lo hizo en Asesinato en la convención y Enrique Jardiel Poncela en Las novelísimas aventuras de Sherlock Holmes, y ambas obras son auténticas joyas. Las reglas están para romperse, pero solo cuando entiendes el propósito detrás de ellas y sabes cómo torcerlas sin sacrificar el objetivo final: una buena historia.
Así que, si tienen recomendaciones de más novelas de detectives, déjenlas en los comentarios. ¡No se olviden de ver Umineko, y nos vemos en el próximo video!
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